El 28 de marzo de 1942, a las 5:32 de la mañana, en la enfermería de la Prisión – Reformatorio de Adultos de Alicante, donde compartió celda con el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (autor del retrato que ilustra esta noticia), moría el poeta de Orihuela.
“Recordar a Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor”. Su amigo y poeta Pablo Neruda escribía estas palabras recordando al amigo, al “muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra”.
¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo!
Canción última
de “El hombre acecha” (1938)
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
El poemario fue destruido en Valencia por las tropas franquistas poco antes de salir de imprenta.
La obra se salva porque gracias a un par de ejemplares: una conservada en la biblioteca de Antonio Rodríguez y otra en la biblioteca de José María Cossío.